viernes, 27 de febrero de 2015

Lo que temo

El fuego que en mi corazón encendiste
se resiste a morir. La llama sigue viva,
pero débil tras el temporal que azotó mi pecho.
Temo que termine por apagarse y de ese modo
el frío de la soledad me consuma,
porque cada vez que regreso a ella,
su mano es más gélida y su toque quema
mi atormentada alma.
Temo también que la llama se mantenga
tan débil que me termine perdiendo en este sendero oscuro,
a falta de una luz que me ilumine,
un haz de esperanza que seguir.
Perderme en lo oscuro de tus ojos, de tu cabello.
Perderme en lo sombrío de tu olvido.
En verdad lo temo.



Leonardo Guedázz

NOCHES TRÉMULAS



Aquellas noches trémulas entre azoteas incandescentes radiantes por miradas cruzadas y oblicuas lanzadas por dos almas de dos cuerpos transeúntes no buscaban más que un amparo, más que un anhelo sublime como dos luciérnagas en su cortejo nocturno.
Un desvelo diario e inexorable encontrado sin buscarlo, saciado por notas musicales en un instante oportuno, dedicándose a la calidez de un mundo obscuro, la distancia es inexistente.
Sus sueños invocaron a la desesperación, un paso él un paso ella uno a uno uno los dos
desesperados por encontrarse las manos, desesperados por dibujar sus rasgos, un paso él un paso ella uno a uno uno los dos
Él se balancea, lo que parecía lejano los sorprende él tropieza su caída al abismo eterno ya era inevitable, dejando al infinito la barda que encaminaba un destino. Atónita y perpleja se muestra la mujer allí presente, un frío helado se apodera de su cuerpo, un futuro incierto le carcome su mente, volviendo en sí, observa a su amante, su caída catastrófica la ahoga en un llanto inmaculado traspasando ventanas y paredes nadie se inmuta, a nadie le importa al final, solo es un mal sueño, uno de tantos, uno que se desvanece al primer rayo del sol.
PAPRIKA

jueves, 26 de febrero de 2015

Informe de mis pensamientos


Debo informar que estaré ensimismada en mis pensamientos un tiempo. No, nada grave pasó. Me enamoré y lo de nosotros no puede ser. Intentaré superarlo, aunque no será fácil. Apenas han pasado unas horas y todo me recuerda a él. Cierro los ojos y respiro profundo para dirigir mis pensamientos hacía otro lugar. Todos dirían que se trata de un suspiro, pero eso me suena como un lamento. Me pregunto si de verdad era mi alma gemela como decíamos. Y si fuera mi alma gemela, entonces ¿Si lo amo? Y si lo amara ¿No haría todo lo posible por estar a su lado? Pero si no lo hago ¿No lo amo? Y si no lo amo ¿Fue todo un sueño? Y entonces recuerdo el brillo de sus ojos cuando me miraba, el calor de su piel cuando tomaba mi mano, el latir de nuestros corazones cuando estábamos juntos y la dulce sonrisa que nos regalábamos. Pero ¿él también sentía lo mismo que yo? Y si no lo sentía ¿Que era todo eso? ¿Y si fue todo un sueño? Y vienen a mi mente nuestras conversaciones en las cuales me hacía sentir que de verdad me quería, los detalles que tenía conmigo y los momentos divertidos a su lado ¿Y si de verdad me quiere como yo lo quiero? ¿Y si de verdad somos almas gemelas? ¿Y si de verdad estamos destinados a estar juntos? ¿Y si lo único que tengo que hacer es luchar por lo que amo?... Pero, tal vez sea mejor dejarlo ir para que sea feliz. Así que disculpen si me lamento mucho o suspiro muy seguido, pero como dije, solo será un tiempo.}

Fantasmas


Las manecillas siguen girando. Los segundos siguen corriendo.
Nada se detiene, ni siquiera yo a contemplar el pasado.
La vida pareciera muy larga cuando planeas vivirla
y resulta en demasía corta cuando aprendes a hacerlo.

Los conceptos “hogar”, “alegría”, me parecen tan distantes.
Sólo sombras que se disipan en la agonía del horizonte.
A las que no puedo volver, de las que no quiero ya saber.
Ilusos fantasmas que aún en mi interior habitan, creo.

La melancolía de mi ser se desvanece con cada trago.
El humo del cigarro desplaza en mi pecho al dolor.
El vacío en mi alma se esconde tras un dejo de alegría efímera
que se alimenta de la tan necesaria dosis de intoxicación.

En fin, no son más que palabras… escritas pero vacías.
Sombras que se disipan en la agonía del horizonte.
A las que no debo volver, de las que no quiero saber más.
Ilusos fantasmas que aún en mi interior habitan, creo.

LEONARDO GUEDÁZZ


ÚLTIMA CARTA EXPULSÁNDOME



Última carta, expulsándome
Miércoles, 24 de Julio de 2013 11:07 pm

Hola, mi amor:

Ya sabes que soy muy simple y que este tipo de cosas no se me dan muy bien. Había estado pensando en escribirte una carta bonita y perfecta, pero no sabía cómo, ni sabía qué decir; sin embargo ya casi es media noche y, así, debo decirte, que estoy inconsolable e irremediablemente triste.

He tomado un bloc de notas y me he puesto a decirte todas estas pocas palabras… y no sé qué decir, de nuevo. Bueno, es que no sé cómo decirlo, no sé cómo expresar tan bonitos, no, bonitos ¡no!, ¡hermosos!, ¡hermosos sentimientos!

Desde el momento en que te vi supe que esto iba a ser interminable, pero… en verdad, todo esto que tenemos se ha convertido en algo de un cuento de hadas ¿tú alguna vez pensaste  que nos uniríamos de manera tan fuerte? Recuerdo claramente cuando llegué a ti, sonriente pero en el fondo triste y sola. La debilidad que sentía tú te la llevaste, de la forma más elegante posible, te convertiste en mi héroe, actualmente, eres la persona más fuerte que conozco, siento que eres tan invencible ¡amor mío! Me emociona tanto imaginarte a mi lado, abrazándome y sonriéndome de esa manera tan bonita que tienes para hacerlo.

Me siento incompleta si no te tengo, y créeme, cuando te tengo, soy inmensamente feliz. “El cielo en tu mirada cada madrugada…”, “y cuando estás ausente, te abrazo en mi mente”. Tú me das ese sentimiento de infinita plenitud, de infinita tranquilidad, seguridad… “me siento protegida a tu lado. “Todo lo que espero lo encuentro en ti”. Me dejas sin respiración, te amo. “Mi cielo para poder vivir”.

¡My life! ¿cómo te lo explico? Hasta ahora, nuestro amor ha sido tan tierno, combinado con tanta pasión y ardor, te encanta sonrojarme, me encanta que lo hagas. Tus manos coquetas que se atreven sólo hasta que me obligas a pedirlo. “I got chills, they are multiplying and i´m losing control, cause the power you are supplying it´s electrifying.

Ya he dicho suficiente. Amor, yo sé que esto no es una carta, es un simple acopio de frases entrecortadas, desordenadas, fachosas (que fracasan, lo reconozco, en este heroico intento de explicarte lo que siento); es un montón de frases alborotadas. Pero… creo que es precisamente como mi amor hacia ti… ¡loco!, ¡sin medidas!, ¡sin barreras!, ¡inmenso!, ¡lleno de pureza y felicidad!

Soy feliz a tu lado. Nunca había sido tan feliz… créeme. No quiero perderte nunca, nunca, nunca, nunca… ¡NUNCA!, ¡NUNCA!

Perdona que no pueda escribirte algo coherente, pero es que tengo tantas cosas… y no sé…. Es como si te viera y ya no hubiera nada que decir, porque siento que ya todo está dicho… ¿qué más habría que explicar? Si cuando nos besamos sonreímos. Si cuando nos abrazamos nos unimos. Si cuando nos miramos nos leemos.  “There´s no one in view just you, just you”. El tiempo que hemos pasado y el tiempo que pasaremos juntos, ha sido y será lo más hermoso de este mundo, esto jamás lo olvidaremos, siempre será lo más precioso. My only favorite boy.

Te amo. Siempre me tendrás a tu lado… siempre. Te amo y siempre te amaré, siempre. Siempre me tendrás cerca, aunque estemos a miles de kilómetros

When i saw your eyes, i felt the darkness. Te ama, te quiere A.

viernes, 20 de febrero de 2015

SE, AMOR

Te quiero por ser quien eres,
porque si no eres, a quién quiero.
y si el saber que te quiero
te hace ser:  
                   se, amor;
       pues que entre más eres
Ojo de Vidrio
               más te quiero

AHORA QUE EL AMOR HA TERMINADO



Ahora que el amor ha terminado,
que volvemos a ser libres,
que no te acompaño, que no estás conmigo,
hagamos lo que nos corresponde hacer.
Maldigamos el tiempo que juntos pasamos.
Permitamos que el amor que sentimos nos acabe.
Odiemos los lugares que compartimos,
que el rencor anide en nuestros corazones.
Seamos el objeto mutuo de un odio que nos haga vivir.
Tal vez nos permita sentirnos mejor.
Ahora que el amor ha terminado
es una de las opciones que tenemos
y así justificar el dolor que sentimos
o bien, intentemos lo contrario,
recorramos los lugares que solíamos recorrer,
busquemos otros ojos de los cuales enamorarnos,
otros labios que alteren nuestros corazones,
otros personajes que nos brinden sonrisas,
otros seres que nos permitan sentirnos amados.
Porque ahora que el amor ha terminado,
ahora es el mejor momento para volver a buscarlo,
volver a andar ese camino ya conocido
aunque de antemano sepamos cómo terminará
y pese al miedo al dolor futuro
que sentiremos cuando de nuevo
el amor acabe.
Aunque lleguemos a cuestionar al propio amor,
aunque lo consideremos no más que una mentira
Ahora que el amor ha terminado, puedo decir
que el amor es la única mentira
que vale la pena querer creer.
LEONARDO GUEDÁZZ



miércoles, 18 de febrero de 2015

DE MI MUERTE COMO CAZADOR

 

Sí, es cierto, no podría ser de otra forma, 
la soledad me conforta y tu ausencia me brinda placeres
 
que a tu lado no encontraba.
 

Tú me lo has dicho y yo nunca lo he negado.
 
Que soy como un alma perdida,
 
un ente que naufraga en el mar de los olvidados.
 

Y pese a que no soy más que un desolado lobo estepario,
 
mi espíritu se quebranta ante la inmensidad asoladora
 
que tiernamente me infunde tu olvido.
 

No puedo continuar sin ti,
 
aunque tú ya no desees estar conmigo.
 

Te cazaré como un enorme león a un pequeño siervo,
 
que lo toma por el cuello para destazarlo y consumirlo
 
hasta el final del ocaso.
 

De tu cuerpo extirparé tu corazón cuando lata aún vivo.
 
Lo conservaré junto al mío mientras me dirijo
 
a mi reunión con el destino,
 
que me aguarda en el fondo del abismo
 
donde alguna vez estuvieron mis ilusiones.
 





                                                                                                           
   Leonardo Guedázz

DUELO



¡Lástima! El destino poco a poco nos fue alejando. Hoy mi mente se ocupa de ti. Trata de visualizar los días que vienen sin verte. Siento mi corazón oprimirse. Trato de pensar en otra cosa... leo un libro... nada... Pienso en la posibilidad de que llegues a mi puerta y me regales un gran abrazo. Pienso en besarte... darnos el beso que jamás nos dimos. Pienso en tu futuro y en el mío, y en cuanto tiempo pasará para acostumbrarme a tu ausencia, porque nunca dejaré de extrañarte. Tal vez nuestro tiempo sea en otro momento, cuando tu vida esté resuelta y la mía también. No dejo de pensar en que el destino nos tiene preparado algo en un futuro y eso me hace sonreír. Pienso en tu sentir y tus pensamientos. Pienso si tu corazón también se oprime al pensar en mi y en mi ausencia. También pienso en tu felicidad y en lo increíble que sería que fuera conmigo. Pienso en dejarte ir... y pienso sin cesar si algún día sentiré con alguien más lo mismo que siento estando contigo.
                                                                                                                              G.A.B.R.

¿QUIÉN ES ÉL?




¿Quien es él? Esa persona que me intriga, me confunde y aún así me tiene fascinada. No dice mucho, es atento a las circunstancias. Cada que me toca siento una innegable sensación de calidez que me eriza la piel. No logro entender como lo hace. Por una parte creo que lo entiendo y por otra no estoy segura como es. Me alegra tan solo tener una plática con él, me intriga saber como piensa. Se ausenta en ocasiones y no da explicaciones. Es reservado y a veces creo que logra entenderme, después me confunde de nuevo y empiezo desde cero. Me frustra y me rindo, luego lo veo de nuevo y me atrae como a una presa, me envuelve en sus misterios y deseo conocerlo ¿Quién es él, que hace dar vueltas a mi cabeza?
                                                                                                     G.A.B.R.

Se pasó una hora buscando las llaves...


Se pasó una hora buscando las llaves. No las encontraba por ningún lado. Buscó debajo de los sillones, en los cajones de la cocina, hasta en el cuarto de lavado… pero las llaves nunca aparecieron. Rondaba por la casa pensando dónde habría podido dejarlas. El problema no eran las llaves, lo que quería, era el llavero que le había regalado su abuela. Un guardapelo que contenía un mensaje dentro, un simple: por siempre. No era mucho en físico, pero era enorme en significado. Es por eso que no se rendía en su búsqueda.
Mientras pasaba a lado de una lámpara que tenía en forma de luna, recordó que había subido a la azotea para acostarse a ver las estrellas como lo hacía con su abuela. Inmediatamente fue corriendo como jalada por algún tipo de energía. Abrió la puerta. Allí estaban, reposando tranquilamente en el suelo. Existiendo ahí, debajo de la luz de la luna. Sonrió de oreja a oreja al tocar el guardapelo y lo abrió para darse cuenta que había una mancha en forma de un pequeño corazón. Lo sabía, su abuela seguía cuidándola a pesar de que hacía poco se había unido con el universo.


                                                                                                                                  G.A.B.R.

lunes, 16 de febrero de 2015

Leámonos


Leámonos


Mantengámonos así, leyendo lo que no decimos, mirando entre líneas lo que sentimos, todo lo que callamos, todo lo que lloramos; leamos nuestras penas. Leámonos, tu allá y yo acá; tratemos de escribir lo que pretende ser nuestro y no alcanza a llegar, sopla lo que se queda estancado en el tintero, tócalo con los labios; que con un beso sale el sentimiento, así igual sale la tinta del tintero y llega a ti. Esperemos la inspiración que llega cuando tú no estás y que se va cuando tú llegas, pues para ti es toda mi creación y mientras estemos así, lejitos…mantengámonos siempre leyéndonos, tú muy allá y yo muy acá.


JACARANDA






sábado, 14 de febrero de 2015

TIEMPO


Tiempo de no verte,
tiempo de esperarte,
tiempo de quererte,
tiempo de besarte,
de tanto esperarte
ha pasado el tiempo...
y solo un momento
basta para amarte.
                                                                                                            Campeador

LA VIDA


La vida es hoy,
aquí,
en este momento,
ahora,
ya,
    nunca más

                                                                                                     Campeador

viernes, 13 de febrero de 2015

Si te dijera, ángel mío...


Si te dijera, ángel mío…


Si te dijera, ángel mío
que quedé prendado de tus ojos
cuando éstos me miraron.
Que al escuchar tu voz
ésta se convirtió en la melodía
que desde entonces me acompaña.
Si te dijera, ángel mío
que tus tiernas manos me envolvieron
en un dulce calor, para mí olvidado.
Que tu cuerpo, tan divino
se volvió el sagrario de un cariño tan puro,
que nunca antes llegué a sentir.
Si te dijera, ángel mío
que el tiempo que pasaste a mi lado
es el más hermoso sueño
que no deseo olvidar.
Que incluso perderte no ha sido tan malo
pues tuve la ocasión de conocerte,
de cruzarme en tu camino.
Si te dijera, ángel mío
que aún te amo,
que no te he podido olvidar
y nunca quisiera llegar a hacerlo.
Si te dijera, ángel mío
alguna de éstas cosas que te he escrito
y te pidiera, que vuelvas conmigo,
te lo suplico, por favor
no lo hagas, no me creas.
No es cierto.
Pues si ahora tengo algo claro,
si gracias a ti, algo he aprendido,
es que los ángeles…
los ángeles no existen,
ángel mío.  

Leonardo Guedázz

viernes, 6 de febrero de 2015

Magnicidio de un empírico iletrado.



1
Los oficios paternales se empeñan en marcarnos significativamente para toda la vida. Se debe elegir un lado de la balanza o saltar de ella. Mis padres nunca fueron catedráticos y eso lo agradezco. Me abrumarían con sus inclinaciones filosóficas, sus verborreas estúpidas sobre que autor leer y cual no, vomitaría de asco por sus discusiones políticas y sobre todo, no soportaría esa idea apócrifa y vanidosa de la distinción, entre los que si leen y los que no. La educación en casa puede resultar peligrosa. Me aterra pensar, el haber sido una canasta en la cual mis padres depositen sus hipótesis inconclusas. En pocas palabras, depender ideológicamente de ellos, hablaría muy mal de mi capacidad de cuestionar todo y mi ineptitud ante la búsqueda de mi propio andar; un estupor bastante denso.

2
No tuve un libro en mis manos sino hasta los dieciséis años, después de mentarle su madre al profesor de literatura quien disparaba prejuicios a diestra y siniestra, de lo inútil y patética que es la vida  de aquellos que desconocen al Quijote, -en su vida jamás ha metido las manos por un amigo, ganarse una cicatriz en el rostro o, defenderse de los drogadictos en un barrio dónde hay más iglesias que bibliotecas y no por eso debo enjuiciarlo en que es un cobarde-. Me expulsó de su clase y en consecuencia tuve que desahogarme a golpes con un alumno de mayor grado. Salí de la escuela hecho un termómetro, caminando ciegamente por el centro histórico de Morelia terminé tropezando con una librería, ¿Irónico no? Muy irónico.    

3
Mi padre debe odiar las librerías. Mataría a todos los autores con los que crecí, por haber arrebatado de sus manos a su hijo. (Hubiera odiado el catolicismo en todo caso, pero no caí en una escuela para sacerdotes). A pesar de ello, nunca me negó un billete de cien pesos todos los sábados para correr e ir a gastarlo los lunes, en libros  usados. Debo confesar que extraño las mañanas de frijoles fritos y licuado mientras suena una aventura más de Kalimán o antes de dormir, escuchar  las cuantiosas  multas de Tres Patines. Las sonrisas que llegó a esbozar mi padre, varias fueron producidas por la radio.
Mis padres dejaron de llevarme a la iglesia cuando por vez primera cuestioné: “¿Por qué la gente no sonríe si vienen a la casa del señor?” Umberto Eco me lo explicaría más tarde. La apologética tampoco fue el pan de cada día para mis padres. Decidí saltar de la balanza. Ahora es grato regresar a casa, olvidarme por un fin de semana de los malditos libros, escuchar un disco de Cornelio Reyna y tomar un six de cervezas con mi padre rumbo a Quiroga. Mientras otros continúan discutiendo sus mezquinos puntos de vista con kilos de lecturas y apenas unos gramos de deducciones,  yo canto alegremente: “voy con mi llanto, por las calles de mi barrio…” y mi padre guarda su revólver con el que pudo matar a Sartre, a Kerouac  y al mismo Rulfo.
                                                                     
HOMBRE DE CARBÓN

Bendito sea, pues, el olvido.



 ¿Cuánto está permitido el rememorar antes de perder el recuerdo? ¿Vivir en el pasado tiene algún sentido? La necesidad de transitar por el camino de lo ya hecho. La evocación del pasado, la agonía de lo perdido, la añoranza de lo no logrado. Caminos que se cortaron, que se han cerrado. Cursos acabados, terminados, no de la forma que uno esperaría. La espera por lo que nunca llegará. El suplicio del recuerdo y lo reconfortante que puede llegar a parecer. Este masoquismo disimulado, la necesidad de sentirse sufriente, la autoflagelación por recuerdos, la inmolación oculta, callada pero siempre presente. Estados que son necesarios para recuperar una humanidad nunca asimilada. La necesidad de volver a sufrir. ¡Bendito el olvido y aquél que sabe acceder a éste! La búsqueda del merecimiento a ser feliz. Merecimiento. ¿Qué le corresponde pues a aquél que se ha olvidado incluso de quién es? ¿El perdón absoluto por sus fallas? ¿La falta de culpa? No es claro. ¿Y cuando el fantasma de “lo que ya no es” te persigue? ¿Y qué cuando ya no puedes reconocer lo que te atormenta, pero sabes que está ahí, presente? ¿Hasta cuando está permitido traer a la memoria aquello que ya no existe? Aferrarse a lo oculto, lo olvidado, pero no desconocido. Que no haya problemas pues. Creemos nuestras propias bendiciones. Olvidemos pues. Bendito sea, pues, el olvido.



Leonardo Guedázz

MUSICARTE

Musicarte ¿De quién es la culpa?

¿Cuántos tangos escuché sin bailar? ¿Cuántos cuartetos de jazz sin whisky, sin cerveza, sin palabras y sin ti? Musicarte en mi cabeza no es un reclamo. Es un acto necesario, inyectarse dosis de valentía para despertar solo el resto de la semana y no sentir miedo de tu ausencia. Cocinar un huevo frito, un pan tostado y beberse la primer taza de café sin diálogo, duele en los huesos lo que el frío sin tabaco. Girondo lo sabe, está al otro lado de la mesa.
          El hecho de  pensarse a sí mismo no es mera vanidad, ni auto-salvarse, ¿salvarse de qué, o de quién? Las parejas se enmudecen con algarabías torpes, callan los ojos y a penas dejan musitar el tacto. A veces me canso de tanto abrir la boca y el trabajo de hablar, se lo dejo a los dedos. Mira que tus muslos- acordeón lo saben, los percibo cual pieza de Piazzolla pidiendo tímpanos más exigentes.
         
 Hacer de un sustantivo femenino, nuestras conjugaciones en primera persona con muy poco tiempo no es profanar el lenguaje, ni un elogio mucho menos tal vez; que se me acuse de ignorante pero es mi excusa, de rescatarnos en las partituras sin tocar un instrumento, si es que nuestros cuerpos no destilan armonía. ¿De quién es la culpa?

Hombre de carbón