lunes, 21 de septiembre de 2015

LA JOVEN DEL HOTEL



Tú, jovencita ¿a quién esperas? ¿Por qué has desnudado tus largas piernas blancas? ¿Estabas por dormirte, por eso te has desvestido? te has quitado las faldas pero aún sigues ahí, sentada, anonadada ante un simple trozo de papel. Dime linda mujer ¿qué dice ese papel, por qué lo observas de esa manera? Parece como si tu vida se fuera poco a poco mientras lo ves, como si tu mente se perdiera lentamente en la inmensa profundidad de una simple hoja de papel, tanto que se te ha olvidado desempacar o, ¿No es así, es que te vas?…
Dime, hermosa joven ¿alguien te lastimó? ¿Es de esa persona la hoja que tanto ves?...
Dime, linda dama ¿qué es lo que te cuenta en esa hoja de papel?...
Dime, señorita ¿cuánto tiempo llevas en la misma postura? ¿A caso tus piernas de alabastro  no se han cansado aún? observa bien, estás sobre una cama por qué mejor no te acuestas, ¿es quizá porque no es cómoda? cierra la ventana ¿no tienes frío? te enfermarás…
Dime, niña ¿me escuchas o tan sólo no quieres responder?...
Quiero saber, bella dama ¿por qué razón no me dices algo?
¡Cuéntame todo de ti, dime qué sientes, qué piensas, qué anhelas! Por favor, cuéntame qué es lo que dice, qué tanto ves, qué es lo que está escrito en ese papel. Hazme saber señorita, ¿Por qué no me quieres responder?...
¿Será que tú también buscas respuestas, le haces preguntas a ese trozo de papel? Niña tonta, eres tan ingenua, un trozo de papel no te responderá; al igual que tú, bella joven, tan solo es una impresión a color que otra mente hizo en un lienzo al que también se le preguntó alguna vez alguna cosa...

Pero dime, hermosa mujer ¿qué es lo que tanto lees en ese pedazo de papel?

Anónimo

domingo, 2 de agosto de 2015

OLVIDO

Olvido

“Olvidando que los recuerdos también se olvidan…”
Beso de muerto – San Pascualito Rey


            Lejos, en el horizonte todo se disipa, se confunde, se pierde. Así ha pasado con cada recuerdo, con todo querido recuerdo que en el ayer hube atesorado. Me es triste ser participe del proceso de olvidar, pero me es inevitable, pues éste siempre llega. Los recuerdos se van perdiendo de forma inadvertida. Nunca he sido capaz de notar en qué momento comienzo a olvidar. Cuando me percato es ya demasiado tarde, ya falta algo. Los detalles son los primeros en esfumarse, pero ése es el problema, para mí todo son detalles. Con el paso del tiempo éstos se difuminan, se mezclan con otros, desaparecen. Y las sombras grises que los suceden, a vez son sucedidos por otros recuerdos, se confunden. Cuando noto que algo he perdido es cuando aparece la tristeza. Recuerdo que algo aconteció, pero no recuerdo qué. ¿Era un buen recuerdo? ¿Fue acaso un buen momento? ¿Habré sido feliz? De pronto no soy capaz de distinguir su olor. Su rostro que antes aparecía en cada noche en vela y tras cada sueño, ahora creo verlo en cada mujer que en mi camino se atraviesa, pero eso porque ya no lo recuerdo. Los besos que tan tiernamente le entregué, ya no sé si en la realidad sucedieron, o sólo acontecieron en la imaginación de mis sueños. Incluso las letras que formaban su nombre se encuentran perdidas en un caos de inagotables letras y éste, su nombre, carece ya de sentido. Y es entonces cuando la melancolía me agobia. Ya no sé si es por haber perdido, junto con su recuerdo, una gran parte de mi vida, o simplemente por haber perdido un recuerdo. Recuerdos… recuerdos. Y de nuevo en el horizonte todo se disipa, se confunde, se pierde. Y olvido, olvido incluso el motivo por el cuál comencé a querer recordar. ¿Qué quise recordar? ¿A quién quise recordar?


Leonardo Guedázz  

domingo, 12 de julio de 2015

LA FAMILIA EJEMPLAR

¡felicidades! usted y su familia son los ganadores de la elección de  la familia ejemplar.   
Nos complace anunciarle por éste medio que usted y su familia han sido los seleccionados de entre muchas familias del país.  Para usted debe ser un orgullo resultar elegido pues este es un evento que sólo se da una vez al año. No nos fijamos en cualquier familia; las familias que ganan éste brillante premio son solamente las que cumplen con los siguientes puntos:
·          El padre de familia debe tener un buen trabajo
·          La madre debe ser ama de casa
·          Hijos estudiando y con calificaciones perfectas
·          Ningún miembro de la familia deberá tener antecedentes penales
·          La familia debe ser muy unida
¡esperen! para poder ganar el impresionante premio deben cumplir con las siguientes tres condiciones:
1.       Recibir la presente carta y al hacerlo, están totalmente comprometidos a cumplir la segunda condición.
2.       Jugar durante tres días lo que les indiquen las cartas que cada tres horas, estarán recibiendo. No  las pueden rechazar o perderán automáticamente. no pueden actuar fuera de las  instrucciones que se dan en las cartas, quien así lo haga será automáticamente  descalificado*.
3.       Sobrevivir  a tu propia familia.

ESPECIFICACIONES
La persona que de la familia resulte ganadora será la que se lleve el premio mayor, el cual le será anunciado el día que el juego termine, en tres días.

Sólo puede haber un ganador. No hay excepción. De no ser así todos serán descalificados.

Nadie fuera de la familia puede saber del juego, o serán descalificados automáticamente.

Se mandará una carta por miembro de la familia, con el material necesario para cada evento.
*La muerte

>>Preguntas frecuentes<<

¿Por qué hacer un juego cuando todo podría hacerse más sencillo? Las cosas sencillas son aburridas, siempre es mejor hacer todo de la forma más entretenida posible. ¿por qué ésta familia? No tengo nada en contra de tan preciosa familia, el azar es el culpable no yo, culpen a su fortuna y en parte a mí aburrimiento.  Me despido, esperando ver un juego de lo más  justo. Buena suerte, será necesaria.
OJO DE VIDRIO

viernes, 10 de julio de 2015

Relato de un hombre que confesó su amor a partir de Asia




El siguiente escrito  resulta ser escueto  de toda artimaña literaria. Deshabitado de ornamentación alguna, tan desierto como las calles arriba de los 30° veraniegos. ¡En fin! Cada cabeza resguarda con recelo detalles de satisfacciones pretéritas y la mía, no es la excepción. La imagen se repite una y otra vez al despertarme del lugar en que duerma: semidesnuda te veo caminar de la cama al baño y del baño a la cama, tu figura acanelada se protege inútilmente del frío del alborecer y tus poros susurran tímidos, la calidez de mis brazos torpes. Acto elegiaco el tuyo, gastar unos minutos más conmigo.
Hace unas semanas que ya no te veo ni por accidente en aquella diminuta ciudad, que me invitaba a tropezar continuamente con tus ojos durante el día y por la noche, pudimos darnos al placer del alcohol y cruzarnos en algún bar, un callejón o incluso, en aquella fiesta que se volvió fugaz al momento de dibujarnos la desnudez póstuma con nuestros labios. Agazapado a mis nervios te miro desde otra medianoche que no compartimos. Los personajes contemplativos de Ryunosuke Akutagawa me hacen  evocar de la misma manera tu espalda,  caudalosos ríos de sal me escurren a la memoria mientras viajo en autobús o fumo un cigarrillo al esperarlo. Mujer, cronista de un centenar de viajes cristalizados en el trazo pintoresco. Me entregué en tu orden y te despediste en mi caos aletargado. Me enseñaste rincones donde la paz se refugiaba, contemplé desde tus muslos la suntuosidad de la naturaleza y encontré paisajes suspendidos en una armonía azulada que tus pechos ofrecían a contra luz de la noche.
Utagawa Hiroshige supo dejar el mar en un grabado, controlar la naturaleza desde su arte y sin embargo, apostaría a que contigo no tocaría ningún instrumento, se entregaría como yo al misticismo de tu cuerpo a partir de  la percepción, que tu mirada sigilosa de culpa en ocasiones no aceptaba.
Si pudiera verte de nuevo; sujetaría tus cabellos con la sutileza de los palillos chinos, y yo mismo los quitaría para el despliegue hermoso de tu cabello, alfombra de bienvenida a un desfile de caricias prolongadas. Despojaría tu kimono y bajo un árbol de ciruelo tiraría flashes con toda la intención mórbida y estética de Araki Nobuyoshi, se escondería mi ternura y comenzaría un amor tan lúdico y preciso en cada instante.

No estás. No te tengo. Ahora me paso las horas hurgando las librerías de viejo y buscando películas de igual época. En mis oídos retumba las composiciones de Shigeru Umebayashi, tu recuerdo me viene y me invades esta calma maldita, agotada de tu ausencia. No hay inciensos ni nada por el estilo, llevo un vaso de whisky a mi boca mientras la mano restante me golpetea la sien. ¿Dónde estás a estas horas de la noche? Quiero rescatarte, a decir verdad yo quiero ser salvado. Quiero penetrar tu amor en silencio, siendo tú  la señora Su y yo el señor Chow, Wong Kar-wai me entendería, y le ruego dirija al menos una de nuestras noches, junto a un faro reflejando la sombra de cada gota al llover.

Los diálogos corpóreos se nos han callado de tanto olvidarnos ¿por qué? No lo sé y tú tampoco, pero caminas a prisa, deslumbrada por el tiempo. He de quedarme aquí, a esperar que la mecanografía te traiga de vuelta en mis horas solitarias. ¿O buscarte en tus laberintos carentes de sentido? Tú sabes de qué hablo. De cualquier forma te pienso, te fumo y hasta te inhalo, perfume para otros olvidado.
Yo desde la ciudad de la cantera te busco y tú en la jungla de los rascacielos en cada museo y a cada paso acompañada, te pierdes de mí. Ambos nos cruzaremos en algún sitio diminuto plagado de quietud en Asia. Entonces, compartiremos un amor silente, cuasi religioso y tan espiritual, que nuestros cuerpos se habrán de esfumar al primer roce, ardiente de anhelo.

                                                                                          Hombre de Carbón.

lunes, 29 de junio de 2015

PARA CONTAR III ---------------------AGALLAS--------------------

AGALLAS

-¡Concha! ¡Ya ve a llevarle de comer a tu hermano!
Concha tenía nueve años apenas cuando ya  era la encargada de los mandado en su casa, como cualquier niño a esa edad naturalmente  refunfuñaba cada que la mandaban a hacer uno, menos cuando se trataba de su hermano, pues eso significaba que podría regresar a casa montada en el pinto, el caballo que era de su padre, pero que su hermano montaba.
-Ya voy mamá- se levantó inmediatamente y acomodó sus canicas en la bolsa de red - ¿puedo regresarme con él?
-Sí, sí puedes, pero no le vayas a estorbar y asegúrate de que no se quede mucho tiempo en la tienda- Alfonso, tenía la costumbre de llegar por un vasito de aguardiente después del trabajo, ésta además de poder subir al pinto, era una de las razones por las que le gustaba regresar con su hermano, siempre se preguntaba “¿a qué sabrá esa cosa?” le causaba tanta curiosidad ver como después de zamparse el aguardiente todos dejaban escapar un gran “AAAAAHH”.
-Sí, mamá, yo me encargo
-Ándale, pues, ya vete
Como todos los días después de ir al campo, Alfonso paró en la tienda junto con su hermana.
-Don, deme un vaso, por favor
-Servido, Alfonso.- y le pasó un vasito pequeño lleno de aguardiente blanco.
Concha veía asombrada y curiosa como su hermano hacía “AAAAAAH”, después volteó atrás y vio a todos los otros clientes hacer “AAAAAH” –Yo quiero probar eso- dijo para sí misma. Todos los días esperaba el momento en que su hermano se distrajera y poder pedirle al tendero “un vasito de aguardiente para el antojo”, pero Alfonso siempre terminaba su trago y se dirigía inmediatamente a la puerta.
II
Ahora más que nunca la niña esperaba ansiosa la hora de ir a llevarle de comer a su hermano, pero para su mala suerte: esa mañana Alfonso estaba enfermo. Tenía una garraspera muy fea y le dolía la garganta, era sólo un resfriado pero no se arriesgarían a que empeorará, así que su mamá lo mandó a reposar. Concha ya se había resignado a no ir a la tienda de aguardiente ese día y perder la oportunidad de probarlo, hasta que su madre le dijo:
-Hija, ve a comprar una botella de aguardiente para tu hermano, estoy segura que eso le quitará la garraspera, ándale ve rápido.- a la niña se le pusieron los ojos brillosos y se levantó inmediatamente de donde estaba, esta vez ni siquiera guardó sus canicas.
Llegó muy nerviosa a la puerta de la tienda, agarró aire y entro como entran los señores:
-Don, me vende una botella de aguardiente, por favor, es para mi hermano.
-Toma, son cinco pesos.
-sí… estem, ¿a cuánto da el vasito?
-¿tú para qué quieres saber?- preguntó el tendero levantando las cejas
-Ay pues nomas… ándele, ya dígame a cuánto – se sentó en la silla con cara de plegaria.
-Diez centavos, Conchita – el señor vio con interés como la chiquilla metía su pequeña mano a la bolsita de su vestido para descubrir alegremente que además del dinero de su mamá ella tría veinte centavos.
-¿Me vende uno para mí?- el señor, soltó una carcajada y viendo que esta  podía ser una buena broma decidió concederle el deseo a la chiquilla que desde hace rato había visto tan curiosa.
-Haber pues, toma, pero de un sorbo eh, como los hombres.
-COMO LOS HOMBRES- dijo la niña con voz grave y se levantó el vaso. El sonido que salió de la boca de Concha fue muy diferente al “AAAAAAAH” que ella hubiera querido que fuera, lo único que le provocó ese trago fue un grito ahogado, un agudo “IIIIIIIIIIIIIIIIIHHHJ”.

-¡“IIIIIIIHJ” cabrona! – Dijo entre carcajadas el tendero -¡Ándele con su ma’!- Concha salió pálida y avergonzada del lugar, suerte que le había sobrado diez centavos más para comprarse un chicle de menta. Después de jurar no volver a esa tienda, Conchita como cualquier niño a los nueve años, comenzó a refunfuñar hasta  cuando la mandaban  llevarle la comida a su hermano.


JACARANDA

jueves, 25 de junio de 2015

Para contar II






Mortificaciones

Teresa, como todos los miércoles decidió visitar a su madre, sabía que le gustaba el aguardiente así que pasó por la tienda de la esquina a comprar una botella, su mamá se iba a poner contenta cuando la viera sacar el regalo de su bolsa.
Tocó el timbre y nadie atendió, tocó unas cinco veces seguidas hasta que su madre salió a abrirle por fin.
-¿Mamá qué pasó, porqué tardó tanto en salir?
-Estaba viendo la tele, hija, no te podía escuchar- Teresa notó que su madre no estaba tan feliz como de costumbre, a Doña María se le podía notar la preocupación en la cara y  en sus manos sobre todo, pues cuando se ponía así de preocupada tomaba el rosario y lo agitaba como si los milagros fueran a salir volando en el acto.
-¿Mamá qué tiene?
-Nada hija, nada, mira mejor ayúdame a terminar de doblar la ropa.
Mientras doblaban la ropa Doña María encendió la televisión, justo se estaba terminando la novela de las cinco de la tarde y estaba por comenzar el programa de Pati Chapoy, se quedaron mirándola, de repente escucharon que Don José había entrado por la puerta principal, antes de salir a recibir a su marido María puso en modo silencioso el televisor, Teresa se quedó aún más extrañada “no fue tan buena idea comprarle una televisión, se está volviendo loca”; la señora regresó después de darle de cenar a Don José y entonces Teresa salió a saludar a su padre, cuando Teresa regresó notó todavía más extrañada que su madre no volvió a poner de nuevo el volumen normal a la máquina, la dejó en silencio mientras la veía muy atenta.
-Mamá ¿Por qué no le sube el volumen?
-No hija, así está bien
-¿Pero como va a saber qué dicen si no tiene volumen?
-Es que tu papá me dice que calle a esa vieja chismosa, que le cae bien gorda, entonces pues nomás me quedo a ver las imágenes hija.
La muchacha mejor no dijo nada y fue por la botella de aguardiente que había estado guardando en su bolso
-Mire lo que le traje mamá- María dejó de agitar el rosario y peló los ojos al ver la botella de aguardiente que tenía su hija en la mano
-ay hija, gracias, no sabes cómo me hacía falta un traguito de eso- inmediatamente lo destapó y le dio un trago, Doña Mari era de esa señoras duras para el alcohol- es que me agarra una mortificación hija…- y le dio otro sorbo a la botella, Teresa muy calmada decidió quitarle la botella a su madre- es que esta muchacha, hija- en ese momento la antena de chisme se alertó en la cabeza de Teresa
-¡¿Cuál muchacha, mamá?!
- Pues esta que se le perdió el hijo, la habrías de ver, pobrecilla, qué infeliz es, ¡aay no!
-¿pero quién mamá, cómo se le perdió el hijo?
-Pues que se lo robó la que era ex de su marido ¡tú crees que haya gente tan mala, hija? – decía la señora casi con lágrimas en los ojos  -Luego después se dio cuenta de que su ma’ no es su ma’ y anda buscando como loca a la de verdad, pobre gente hija y eso que uno piensa que a las de dinero les va re bien, ah como sufre esa muchacha- mientras tanto Don José se paseaba por el pasillo buscando sus sandalias- Y le digo a José y me dice que pa’ que me apuro, hija, si no tiene corazón tu padre.- El señor sólo volteó los ojos con desaprobación
-Ya mamá, ya va a ver como se arregla la vida de esa gente, si tiene tanto dinero pues de algo le va a servir, al rato ya va a ver que va a encontrar a su hijo y a su madre y que la vieja que se lo robó va a dar al bote, usted no se preocupe mamá, ya tiene bastante de qué ocuparse como para que se ande distrayendo con problemas de otras familias.
-Sí verdad hija, pues ya haber mañana en la tarde cómo le va- este comentario se le hiso aún más extraño a Teresa, decidió llevarse la botella de aguardiente.
-Va a ver que se arreglará todo, ya no se preocupe. Pues yo ya me voy, me va a estar esperando mi marido para darle de cenar, mamá.
-Ándale, hija, me saludas a los niños
-Sí- Fue a despedirse de su papá –Ya me voy papá, miré acá están sus sandalias
-Ah gracias, hija, ándale que te vaya bien- le decía mientras se ponía las sandalias- Y no le hagas tanto caso a tu mamá
-¿cómo no le voy a hacer caso? Antes usted habría de hacerle más ¿qué no vio su mortificación?
- Hija, tu mamá lo que debe hacer es dejar de ver esas novelas.
No cabía la menor duda, la televisión fue un mal regalo





JACARANDA

Para contar






¡POR EL FILO!

La noche de jaripeo eran uno de los eventos más esperados en el pueblo, Don José y Doña María habían salido directo a la plaza de toros para ver a los valientes hombres montar a las bestias cornudas. Hacía mucho que no salían después de haberse casado, así que estaban emocionados por ir a la fiesta.

El padre de María había muerto hace poco y decidieron invitar a Doña Concepción o como mejor le conocían Ma.Concha, a acompañarlos. Todos los conocidos estaban allí, los mismos amigos, los mismos borrachos de siempre. En fin, el jaripeo comenzó, el primero en montar fue la estrella del lugar, era tan bueno que  los que iban a ver como se caían bruscamente los jinetes, se aburrían, entonces comenzaban a lanzar sus vasos de cerveza. Debemos mencionar que este pueblo era un pueblo "cuetero",  pues todos traían al menos una pistola y en estas festividades nunca falta el borracho al que le molesta que le hayan tirado la cerveza encima, para ellos estos incidentes solamente se pueden arreglar de una sola manera, a balazos, lo bueno de esto es que en este lugar no estaba el típico borracho en las gradas al que le molestan esas cosas, lo malo de esto es que estaba el jinete borracho al que sí le molestaban estas cosas, el peor del caso es que ese jinete resultaba ser la estrella del pueblo, quien hasta borracho y montado en un toro, podía disparar, claro, él era bueno montando, no apuntando. Los balazos volaban en todas direcciones, la multitud de gente iba hacía las salidas de emergencia, al ver que no tenían la oportunidad de salir en ese momento José se apresuró a llevarse las dos mujeres a un lugar seguro.
-¡Aaaaay!- un grito estruendoso, cuando José volteó vio que María estaba en el suelo con la cara tapada y gritando:
-¡AAAy José, creo que me dispararon!-
Una de las cosas que dicen que se sienten cuando te disparan es que la sangre es muy caliente, con todo esto se puede comprender la simpática confusión de María. Al ver lo que pasaba, José con la cara roja de rabia sacó su moruna y comenzó a pegarle (con el lado sin filo) al borracho que se atrevió a orinar en la pierna de su mujer, ésta al ver lo que sucedió se levantó asustada gritando:

-¡Déjalo José, déjalo!- 
Por el contrario Ma. Concha, emocionada, animaba -¡Por el filo, José, por el filo!





JACARANDA