miércoles, 25 de junio de 2014

EL PUENTE DE PIEDRA



Caminaba desahuciada a través de las calles. Tenía las manos amarradas a un caballo quien era montado por un jinete de casi dos metros de altura. Ella iba descalza pisando la piedra caliza de las calles por donde caminaba. A los lados la gente se había congregado para observar a la condenada y algunos, más descarados, arrojaban comida o rocas hacia la chica. “Bruja – gritaban una y otra vez – mátenla, es una hechicera”. Era impresionante como una sola palabra podía hacer olvidar a las personas todo el aprecio que había existido por tantos años. Al final llegaron al puente de piedra donde podía apreciarse la corriente del rio asesino de mujeres, niños, hombres y demás personas acusadas de crímenes bárbaros o blasfemos. Caminó a través del puente de piedra, arrastraba los pies deseando que aquel momento jamás llegara, pero sin nada que hacer sólo pudo llorar. Las caras a su alrededor tan solo mostraban el mayor desprecio que ella pudo haber visto, incluso cuando aquellos rostros le eran conocidos, unos más que otros. Mucha gente dice que cuando se está al borde de la muerte tu vida pasa ante tus ojos en un instante, y para ella no fue la excepción. Yo iba junto a ella y aunque podía ver sus recuerdos no podía escuchar sus pensamientos.
            Había observado a Juliana desde hacía tiempo atrás, me parecía fascinante su inteligencia y su astucia para crear remedios caseros de la nada. Parecía que tan sólo tomaba unas cuantas plantas, mezclaba extraños brebajes y pociones para crear un elixir que pareciera curaba todo. Juliana era una joven bastante hermosa para su edad. Tenía el cabello negro y unos pequeños ojos de color castaño. Gozaba de una sonrisa muy bella y sus mejillas estaban ligeramente sonrojadas a diferencia de su piel tan blanca. Yo la consideraba mi amiga, aunque ella no podía verme o escucharme. Mi espíritu quedo con ella por casualidad ya que había intentado salvarme de una herida por la espada pero nada, ni siquiera los famosos brebajes, pudieron salvarme de mi repentina muerte. Mi fantasma quedo vagando por las calles de Westminster.
            Al pasar de los días su historia y su rutinaria vida me parecían bastante asombrosas. En su casa vivían ella, sus padres y los tres pequeños hermanos. Todos parecían felices a pesar de vivir en la absoluta miseria. Juliana cobraba poco por sus remedios al igual que su madre así que el dinero que ganaban no era suficiente por lo que su padre, hábil en el arte de la siembra, había conseguido un puesto estable de vegetales en el mercado de víveres. Al poco tiempo los frescos frutos que lograban vender se hicieron famosos y pudieron tener una cierta estabilidad vendiendo coles y rábanos. Por aquellos días las cosas no iban muy bien en Westminster, numerosos arrestos habían sido propiciados por la iglesia hacia personas acusadas de brujería. Desde mujeres jóvenes o esposos blasfemos ante al que llamaban el todopoderoso. Más de tres conocidos para Juliana fueron a parar ante la grave inquisición que castigaba brutalmente a todo aquel que negara su poder, sin duda alguna, era una época en la que todos vivían con miedo. El cardenal del reino parecía ser un paranoico obsesivo por la limpia de herejes durante su mandato; él era la principal causa por la situación en que se encontraba Juliana.
            Todo había comenzado apenas tres días antes cuando cierta cortesana de busto abultado llegó al puesto en donde Juliana atendía.
– Quisiera cuatro manzanas por favor – dijo la chica con un tono altanero
– Por supuesto – contestó Juliana dedicándole una sonrisa y entregándole las manzanas – seria medio denario por favor
Espantada por el aparente excesivo precio la chica arrojo las manzanas a un lado y se fue ofendida ante la aparente estafa. Haciendo caso omiso Juliana recogió las manzanas que aun servían. 
– Si yo fuera tú estaría asustada – le dijo un hombre que casualmente pasaba por ahí
– ¿Y eso por qué?
– Esa chica es Ortissa – contestó el caballero – es una de las sobrinas consentidas del cardenal, tiene mucha influencia en el reino y por lo que sé ella es muy rencorosa, anda con cuidado estos días, no sé qué vaya por irse contra ti por cuatro manzanas
Dicho eso el hombre se alejó y con él dejo la duda. Aparentemente ahora ella estaba metida en semejante apuro, pero eso no le importo, alzo los hombros y continuo con su día, no iba a dejar que una chica caprichosa arruinara un viernes tan hermoso.
Pocos días después del incidente con Ortissa el otoño llego a Westminster. Juliana necesitaba algunos ingredientes para las sanaciones que hacia su madre por lo que tuvo que ir a distintos puntos en el reino. Buscando entre negocio y negocio tropezó con alguien por accidente. Eran los ojos más amielados que ella jamás había visto, por lo que quedo impactada al tropezar con aquel individuo. Con una vista rápida hacia su persona no le quedo la menor duda que era un soldado de la guardia del rey, pero eso no le importo al momento en que armándose de valor le pregunto su nombre. 
            – Fernán – contestó con voz dulce, acto seguido, dio media vuelta y comenzó a caminar, sin quitar la sonrisa de su rostro. Y justo cuando estaba a punto de desaparecer de la vista una voz a lo lejos gritó
– ¡Yo soy Juliana! – el soldado sonrió, hizo una reverencia y luego se fue
Al girar mi mirada pude percatarme que, desde una ventana en lo alto, la joven Ortissa había observado la escena y se llenó de rabia. Según me enteré después, tiempo atrás ella había sido rechazada por Fernán ante su incesante deseo de cortejo, según el soldado, la razón por la que declinaba su oferta era que no deseaba problemas con el cardenal y que, además, él no estaba interesado en las mujeres por ahora. Cuál fue su sorpresa al ver que parecía preferir a una sucia granjera antes que a ella. Llena de orgullo se apresuró para ir hacia el puesto donde yacía Juliana y hacerle una espantosa escena de la mayor humillación posible, pero algo cambió por completo las cosas. Pude observarla antes de llegar y el cómo se quedó inmóvil ante Juliana: “Gracias damita – decía un anciano al ser aliviado de un dolor en la pierna – usted tiene manos mágicas”.
Vi que dio media y decidí seguirla a través de los callejones, al parecer, llevaba bastante prisa. Cuál fue mi sorpresa cuando, en lugar de ir hacia su hogar, había ido hacia donde estaba su tío el cardenal. Entre tantas mentiras y engaños logró convencerlo de que Juliana, la chica del pueblo, era una bruja y que practicaba el arte de la magia negra, por lo que debía ser arrestada y juzgada ante la inquisición por sus diversos crímenes.  Su tío, Johan, tuvo severas dudas ante aquel caso de brujería, pero al ver los caprichos e insistencias de su sobrina favorita no pudo negárselo, la confianza que le tenía era inmensa, así que sin pensarlo dos veces armo un escuadrón de tres hombres y mando arrestarla.
Regresé tan rápido e intente advertirle inútilmente, grité y pataleé lo más que pude pero ella no me escuchaba. Sin saber nada Juliana caminaba hacia su casa sin ninguna preocupación, cosa que cambió drásticamente al ver a los soldados en la puerta de su hogar, sabía lo que aquello significaba, venían a arrestar a alguien. Justo cuando se proponía a avanzar uno de los soldados giro su vista y se encontró con ella.
– ¡Atrápenla! – grito fuertemente
Dando un giro impresionante, Juliana comenzó a correr lo más rápido que podía, sin mirar atrás, sin detenerse. Su corazón latía cual corcel corriendo libremente, tenía su respiración agitada y el sudor de la frente era frio como el invierno. Utilizaba todas sus fuerzas para correr más y más rápido, sus extremidades le dolían por el esfuerzo, pero ella no pararía ante nada y lo sabía. Las calles empedradas de Westminster se hacían eternas, no importaba quien se interpusiera en su camino, ella solo empujaba llena de miedo, sabía que debía escapar de ahí lo más pronto posible. No deseaba saber para que la quisieran los soldados, no pensaba averiguarlo. Y justo cuando pensaba que había logrado huir, unos brazos cálidos la acogieron, giro su vista hacia arriba y sonrió, conocía aquellos ojos dulces. Pero la mirada esta vez lucia apagada, triste, con un solo movimiento de la cabeza en forma de negativa termino el sentimiento de alegría que sentía por verlo.
– Lo lamento – dijo Fernán entristecido – son órdenes 
Aquel hecho rompió su corazón, sin oponer resistencia alguna fue conducida ante la carroza llena de rejas que le esperaba, subió despacio mientras observaba las demás mujeres horrorizadas. Girando una mirada decepcionada hacia Fernán, fue conducida hacia el edificio principal de la inquisición. Al llegar ahí fue llevada hacia una gran sala oscura donde los sacerdotes esperaban para juzgarla. Justo al entrar los ojos llenos de desprecio fueron navajas en su interior, sabía que el veredicto final no sería nada bueno. Los rostros la miraban de arriba hacia abajo, con pensamientos de tortura. No paso tanto tiempo antes de que la declararan culpable y fuera condenada a ser ahogada bajo el puente de piedra.
Pasados unos minutos llego un soldado, con bastante agresividad le amarro las manos y luego las sujeto a un caballo que se disponía a montar. Este sería el hombre que la dirigiría hacia el puente de piedra. Así, mientras Juliana cruzaba las calles empedradas de Westminster, aquellas donde había conocido a tantas personas, ahora era motivo de burlas e insultos de aquella misma gente. Ahora ella era una chica denigrada, marginada por su propio pueblo. Al final llegamos a la orilla del puente y comenzaron a amarrarla de los pies mientras soltaban la cuerda del caballo. Me sentía impotente mientras observaba, pero eso duró poco, de la nada ella alzó la mirada y por un momento sentí sus ojos sobre mí. Luego, sólo sonrió al ser arrojada hacia el río.
      Juliana se agitaba debajo del agua con tal desesperación que Fernán no pudo soportarlo y se retiró del lugar. Cuando la cuerda al fin se tensó, el comandante hizo que la subieran, pero algo extraño sucedió, el cuerpo era demasiado ligero, como si el agua en sus pulmones hubiera reducido su peso. El fin de la cuerda hizo exhalar un suspiro de asombro entre los que observaban la ejecución, el cuerpo se había desvanecido y ahora no quedaba más que su ropa empapada. Detrás de mí pude escuchar un susurro con voz femenina hablándome al oído: “No todas las brujas son malas”.





   


Mi día a día con Mercedes Capítulo 6: 7 Por Jacaranda


Capítulo 6

7





            “si fuera necesario te encerraría en mi pecho para que no me dejes de nuevo”.

            -¡RAFAEL¡ Hijo ¿Qué tienes?¿Por qué me abrazas así?¿Quién es Mercedes?

            -Mercede… ¿Qué?¿mamá?¿qué haces aquí?

            -¿Cómo aquí? Hijo, este es mi cuarto

            -No, no, yo estaba en la plaza, ella estaba conmigo [sollozos] por fin estábamos jun…- no pudo ser un sueño

            -Hijito ¿qué fue lo que soñaste?

            -¡NO¡ ¡¿DÓNDE ESTÁ?!

            -Tranquilo, tranquilo ya paso, estoy aquí contigo

            -[susurros] ¿dónde estás?


            Me quedé dormido de nuevo después de llorar en los brazos de mi madre, aun así ni siquiera su cariño me sirvió de consuelo. Fue tan real; si tan sólo ella pudiera sentir lo que yo siento en este momento, “por favor regresa”.

            -¡Uy! Que cara tan fea tienes hoy, es más fea que de costumbre.

            -¿Qué quieres René? hoy no estoy de humor para tus bromas… para ti en general.

            -Pareciera que lloraste toda la noche ¿Estás bien?- Si se lo contara seguramente no me entendería, cómo podría, él nunca ha sufrido por una chica; a pesar de su ojo extraño y su leve panza chelera  sigue siendo hermoso, ¡ay! no ya me estoy deprimiendo más.

            - Sólo no dormí bien- aunque estoy seguro de que los brazos de mi mamá son comodísimos- no te preocupes.

            - Muy bien. Espera tengo una llamada- seguramente es una chica, últimamente lo han estado llamando demasiado.- ¡Oye Rafa! ¡Me voy!

            - ¡ADIÓS!

            Tengo que distraerme, visitaré al viejo.  

¿Qué olor extraño es este?

– ¡Don Emiliano!

            - Rafa, pásale muchacho- ¿soy yo o acaba de esconder un porro?

            - Si, gracias

            - ¿Qué se te ofrece?

            - Nada realmente

            - Ya veo, prepararé té

            - No se apure, yo lo preparo

            - Muy amable, últimamente me he sentido más cansado de lo normal

            - ¿Por eso fuma marihuana?

            - Eh..no..eso es por… ¡las quimio! Sí… si eso es

            -¿¡DIÓS MÍO, TIENE CÁNCER!?

            - Si… eso es… tengo eso…

            - jaja Don Emiliano, mejor busque una excusa que preocupe menos. No es nada bueno mintiendo

            - Bueno… eso es…[risita]. Que quede como un secretito entre nosotros Rafita.

            - No se apure, al fin y al cabo Ud. No le rinde cuentas a nadie, y no debería hacerlo.

            - Eso es verdad, yo ya estoy viejo, quise tener la oportunidad de probarla una vez más. En fin, dime a que has venido, no creo que vinieras a visitarme por placer, ¿Qué te preocupa muchacho?

            - No crea Don Emiliano, Ud. Es una persona muy interesante, pero, tiene razón quería preguntarle algo, tal vez esta es una pregunta muy común en alguien de mi edad, sin embargo, por alguna razón siento que solo usted me puede dar una respuesta sensata.

            - Pues venga, ¿Qué sucede?

            - Bien, entonces dígame ¿cómo se hace para superar a una persona? No olvidar, porque no quiero hacerlo; simplemente me gustaría dejar de pensar en esa persona  como alguien indispensable para mi vida. Ah qué digo, realmente no sé si pienso en ella como indispensable para mi vida, pero es verdad que es necesaria ahora, en este momento.

            - Muy buena pregunta. Hace mucho que no pienso en esto del amor, dejé de creer en él algún tiempo, sin embargo, espero poderte ayudar. Mira Rafael, el corazón es caprichoso, tanto así que muchas veces puede secarse si no se le concede lo que pide, ¿entiendes? Tú eres muy joven para amargarte la vida por un amor. Primero dime, ¿dónde está ella?

            - Ni si quiera lo sé; en mis sueños, mis sueños son el único lugar donde la puedo ver ahora.

            - ¿No es real?

            - Lo es, y vaya que sí; es lo más real que me ha pasado en mis 18 años de vida. Lo que me parece irreal es el hecho de haberme enamorado de alguien así, de esta manera, en tan corto tiempo.

            - Ya veo, pero así es el amor. ¿Por qué no la buscas?

            - No, quizá no valga la pena hacerlo.

            - ¿QUÉ DICES? [Carcajada]  no, no mi amigo, estás mal, ¿has oído o leído si quiera esta frase que dice “vale la pena dar la vuelta al mundo en 80 días por una mujer”?

            - Por supuesto que sí, es de Julio Verne.

            - ¿Y luego? ¿Qué esperas?

            - ¿Qué espero? Realmente esperaba poder superarla para no buscarla e impedir que esto que siento se hiciera más fuerte.

            - Es tu decisión. Mira la hora, ya son las ocho.

            - Yo me voy, muchas gracias por su tiempo, que pase buenas noches.

            - Ve con cuidado, descansa y piensa bien lo que harás.

            - Lo haré, nos vemos.


           Creo que me iré por el camino de la plaza. Es verano, pero siento mucho frío. La calle está repleta, tenía tiempo que no me sentía tan solo.

 ¿René? ¿Con quién habla a esta hora?

-       Hey René ¿con quién hablas?

-       ¡Oh! rayos

-       ¿qué es esto? – estoy seguro de que esto no es un sueño

-       Rafa ¿cómo estás?-  ¿qué? Sí, es ella

-       Cómo estás ¿sólo eso se te ocurre decir?

-       ¿qué sucede?

-       Te vas sin decir nada y solo dices ¿Cómo estás?

-       Yo ya me tengo que ir chicos…. Adioooos

-       ¿Qué te pasa? Te deje un libro

-       Gran despedida

-Discúlpame Rafael pero fue de improviso, lo supe de un día para otro, realmente mis padres me sorprendieron.

-       ¿sabes, pudiste haber llamado?

-       ¿por qué? Yo ni siquiera tengo tu número

-       Pudiste haber escrito

-¿En serio? No sé por qué te enojas, ya estoy aquí, de todos modos te iba a visitar mañana para despedirme.

-¿Despedirte? Después de casi dos meses, dime ¿qué sentido tiene eso?

-Sabes, no tengo porque explicarte todo, sólo somos amigos, creo que te explique suficiente.- vaya

-Tienes razón, quizá no llegábamos a eso.- lo sabía, ni siquiera buenos amigos.- ¿y cuándo te vas?

-       Me quedaré una semana ¿te molesta?- solo si te vas de nuevo

-       ¿Te molesta?- no te vayas

-¿Por qué me miras así?- ni siquiera somos “buenos” amigos, no quiero serlo.

-       Haz lo que quieras Mercedes.

-¿Qué te pasa? Primero me reclamas y luego me dices “haz lo que quieras”

-¡HAZ LO QUE QUIERAS! Después de todo no tienes porqué explicarme nada, mucho menos pedir permiso para quedarte. No tienes porqué venir a despedirte.- esto es todo, después de dar la vuelta a la esquina todo se habrá terminado, que estupidez. ¿Por qué estoy llorando? Mis piernas no se mueven.

- No quisiste decir eso ¿verdad? – no llores Mercedes

- ¿Qué quieres que te diga, que te quedes, que no quiero que te vayas? No hay nada ni nadie que te retenga aquí; al menos yo no.

- ¿Qué dices? – exactamente ¿qué carajos estoy diciendo?

- Dime ¿Qué soy para ti realmente?

- ¿A qué te refie…

- ¡A ESO! ¡¿QUÉ- SOY- PARA-TI?!  Me he estado carcomiendo la cabeza estos últimos meses, te fuiste, no dijiste nada, ¿qué más te tengo que decir para que lo entiendas? ¿Qué es lo que no entiendes?... olvídalo, estoy exagerando, tan sólo vete…

- L… lo entiendo – realmente me sorprende, nunca en mi vida vi una cara tan roja y adorable.

- Mercedes, eso es trampa…- tus mejillas están calientes…


“Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar…”

                                                                 Cortázar, Rayuela. 7









Jacaranda Cafetera

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