Fue
de noche.
Ay,
lenguaje todopoderoso. Me pregunto constantemente, ¿cómo y quién te parió? Y la
respuesta es tan ambigua y nula como la pregunta. De algo si estoy seguro,
debió ser por la noche cuando emergiste trémulo y voraz de la necedad de
expresión del primer hombre. Con un hambre
ubérrima, capaz de devorarle el polvo a las piedras y las cenizas al fuego. Sí,
estoy seguro. Debió ser por la noche, cuando la escritura de los sordomudos
está despierta, cual faro en la deriva pero sin barco que guiar más que el
pulso de una pluma.
Escritura sorda-muda y sin embargo, oyes los pasos volar de mis dedos en la tinta y tu voz estridente, se anida en la cueva de mis tímpanos. Ahí te quiero. Calmada. Así te quiero. Tenue. No te muevas o despertarás mi errático andar sobre la cuerda floja de los renglones, y bien sabes que me puede ir mal. Ya más de alguna vez me he asfixiado en la sinalefa del final de mi letra o y el comienzo de tu i. Quédate estática en el vaivén del sol y la luna. No insistas.
Sin
duda debió ser por la noche cuando en vez de pájaros, en los cables cuelgan
trompetas, saxofones, cortinas de lluvia, un par de tenis rotos, con la suela
ennegrecida por pisar el alfabeto que hemos olvidado por los suelos.
Lenguaje. Lenguaje. Lengua-ge (gatuna). Lengua-hache (muda). Lengua torcida hasta la luna de la i. Lengua de Sun Ra pronunciando lanquidity y todo estalla, cómo la primera vez el lenguaje en los aires.
Naciste de noche lenguaje no estoy equivocado. O será que nuestro idioma sólo es comprendido por los nocturnos. Aquellos que te ofrendamos las ojeras, para que seas más justo a la hora de robarnos el sueño. Fue de noche, sino como explicas el aborrecimiento que nos tiene el sol.