domingo, 22 de marzo de 2015

Ayer descubrí sus ojos

Ayer descubrí sus ojos

O por lo menos ello quiero pensar
y por patético que pudiese parecer
fue una experiencia mágica, sublime,
un segundo que duró mil años,
mil años que viví en un segundo.
Porque se dio todo ello 
que mil años se demora en pasar
le conocí, me enamoré, le amé.
Y todo lo que ella pensó
fue desconocido para mí,
porque no me hacía falta saberlo,
porque le amé sin buscar 
que ella también me amase,
porque fue el sentimiento más puro
que en mi vida habré tenido.
¿Y así terminó? Aún no lo sé.
Sueño con volver a encontrarle
y entonces perderme de nuevo
en el bello color de sus ojos, 
tan bello que incluso los ángeles
sonrojados se mostrarían al verlos.
Éstos que de tono café fueron teñidos 
directamente por la mano de Dios
para regocijo de aquél cuyos ojos
ella decidiera privilegiar con su mirada,
cual caso fue el mío ayer… ¿Ayer?
¿Ayer o hace mil años? No lo sé.
Ahora sólo pienso en reencontrarle,
descubrir sus ojos de nuevo, pero,
mejor que ellos me descubran a mí.
Volverme eterno en ellos, perderme
en su mirada y tal vez algún día
en algún momento, le pregunte su nombre.

Leonardo Guedázz