Aquellas noches trémulas entre azoteas incandescentes
radiantes por miradas cruzadas y oblicuas
lanzadas por dos almas de dos cuerpos transeúntes
no buscaban más que un amparo, más que un anhelo sublime
como dos luciérnagas en su cortejo nocturno.
Un desvelo diario e inexorable encontrado sin buscarlo,
saciado por notas musicales en un instante oportuno,
dedicándose a la calidez de un mundo obscuro,
la distancia es inexistente.
Sus sueños invocaron a la desesperación,
un paso él
un paso ella
uno a uno
uno los dos
desesperados por encontrarse las manos,
desesperados por dibujar sus rasgos,
un paso él
un paso ella
uno a uno
uno los dos
Él se balancea, lo que parecía lejano los sorprende
él tropieza
su caída al abismo eterno ya era inevitable,
dejando al infinito la barda que encaminaba un destino.
Atónita y perpleja se muestra la mujer allí presente,
un frío helado se apodera de su cuerpo,
un futuro incierto le carcome su mente,
volviendo en sí, observa a su amante,
su caída catastrófica la ahoga en un llanto inmaculado
traspasando ventanas y paredes
nadie se inmuta, a nadie le importa
al final, solo es un mal sueño, uno de tantos, uno que se desvanece al primer rayo del sol.
PAPRIKA