viernes, 13 de febrero de 2015

Si te dijera, ángel mío...


Si te dijera, ángel mío…


Si te dijera, ángel mío
que quedé prendado de tus ojos
cuando éstos me miraron.
Que al escuchar tu voz
ésta se convirtió en la melodía
que desde entonces me acompaña.
Si te dijera, ángel mío
que tus tiernas manos me envolvieron
en un dulce calor, para mí olvidado.
Que tu cuerpo, tan divino
se volvió el sagrario de un cariño tan puro,
que nunca antes llegué a sentir.
Si te dijera, ángel mío
que el tiempo que pasaste a mi lado
es el más hermoso sueño
que no deseo olvidar.
Que incluso perderte no ha sido tan malo
pues tuve la ocasión de conocerte,
de cruzarme en tu camino.
Si te dijera, ángel mío
que aún te amo,
que no te he podido olvidar
y nunca quisiera llegar a hacerlo.
Si te dijera, ángel mío
alguna de éstas cosas que te he escrito
y te pidiera, que vuelvas conmigo,
te lo suplico, por favor
no lo hagas, no me creas.
No es cierto.
Pues si ahora tengo algo claro,
si gracias a ti, algo he aprendido,
es que los ángeles…
los ángeles no existen,
ángel mío.  

Leonardo Guedázz