sábado, 1 de noviembre de 2014

A la hora de Charlie P. por hombre de Carbón

A la hora de Charlie P.


Todo va bien con las notas
y contigo, por ejemplo;
drifting on a reed,
a la hora de danzarnos
en el bar de la avenida seis;
bird of the paradise,
a la hora del intermedio
en el momento, que el cuarteto brinda;
pagar la cuenta, salir
y a la hora de abordar un taxi,
contigo de la mano, don´t blame me;
nows the time,
al entrar en mi habitación
y cerrar las cortinas;
a la hora, de encontrar tu rostro
a obscuras y besarte,
autumn in the New York;
comenzar a hacerte el amor
sobre el escritorio, vendría
perfectamente bien, how deep is the ocean;
a la hora de sentir nuestra sal
y contemplarte, en el silencio
de mi éxtasis, all the things you are;
encender el cigarrillo, dar unas caladas
y escuchar, april in París;
el sol ya toca la ventana,
es hora de un café antes de ducharnos
y escuchar, confirmation;
ahora sí, ducharnos
y enjabonar tu sexo al ritmo
de bongo beep;
llevarte en autobús
a la central (esa, donde
perdí la vida entre andenes)
mirar por la ventana, mientras
suena y sueñas, east of the sun;
y a la hora de volver
alicaído, arrastrando mis pies
y tropezando la mirada en cada plaza,
my old flame;
todo va bien con las notas
y contigo, por eso,
Charlie Parker a la hora,
de escribirte.


Hombre de Carbón

.

Los últimos hálitos de Octubre por Hombre de Carbón

Los últimos hálitos de Octubre.

Sobre la balanza de éste, libra, 31 lunas
 se disputan en peso con tu ausencia;
 la columna de libra parece flaquear,
 ambos brazos le pesan casi, como la muerte.
 Tu ausencia logra descender hasta los pies
 de éste, libra, y justo, cuando las lunas parecen
 dispersarse a su sitio de origen,
 un frío de madrugada desploma
 el cuerpo débil de éste, libra,
junto con las 31 lunas y tu ausencia.
 Todo se derrama por la habitación,
cual si fuese tinta
sin surcos sobre una página,
 y a las 9 de la mañana, una ola de sol,
 depura los último hálitos de un octubre.




.
Hombre de Carbón

Don concepción Por Jacaranda

DON CONCEPCIÓN


-Yo no sé para qué me traen más personas aquí, si ya saben que no me gusta.
-Para que no esté solo Don Concepción.
-Yo necesito compañía que dure, que no se muera, o al menos que viva hasta que me muera yo; no quiero ser grosero doctor, pero ya debe saber usted que a mí me entristece mucho tener que ver partir a todos los que llegan. Sólo yo no me muero.
- ¡Shhh! No diga eso, que va a asustar a su compañero… usted es muy fuerte, por eso no se muere, y no se va a morir va a ver que pronto se va a ir de aquí.
-No, si no crea que me hacen menso, ya llevo once meses aquí, ya sé que de ésta no me salvo. Al menos deles la misma medicina que a mí, ha de ser muy buena, no más no me muero.
-Don concepción, ellos no tienen lo mismo que usted ¿cómo les voy a dar ése medicamento?
(Susurros)
-Bueno pues, pero ¿qué tiene el muchacho?
-Cáncer de pulmón.
-¿tan joven? Ah Dios mío.
-Él no fuma, Don, lo que pasa es que sus papás fuman como tren y pues, ya ve.
-¿Y ellos no tienen cáncer?
-No sé, el muchacho vino solito porque se sentía mal, sus padres no han aparecido.
-¿cuál es su estado? ¿Se va a morir?
-Pues si… de hecho no le queda mucho tiempo.
-¡ES EL COLMO! ¿No le estoy diciendo que traiga gente sana?
-¿Y cómo quiere que le traiga gente sana a un hospital?
-Pues al menos traiga personas con fecha de caducidad… ¡pues gente que dure, hombre!
-oh pues, entienda, la cama a su lado siempre resulta estar disponible.
-Cómo no va a estar libre, hasta parece que tienen prisa por dejarme, si yo no les hago nada, no mas no entiendo porque se mueren tan pronto… o cámbieme a mí a otro cuarto
-Pero si usted ya está bien instalado aquí, ¿quiere que movamos toda su ropa?
-Ni siquiera debería tener ropa aquí, siempre traigo la misma condenada bata azul, ya habría de cambiarme el color, soy cliente frecuente...(mueca) mejor olvídelo.
-¿Ahora qué?
-La enfermera me cae bien, aquí déjeme. Al menos es la única que no me deja… y usted, pero usted no cuenta.
-Bueno, ya me voy, descanse, tengo que ir a revisar la sala de emergencias.
-Vaya, déjeme.
   
Cuando volví a hacerle compañía a Don concepción a la siguiente semana, lo noté más apagado que de costumbre, era de esperar después de ver partir a una persona más.

-Doctor, que sea el último.
- mmm ¿Último qué?
-El último paciente que trae aquí
-Será el último por un tiempo hasta que llegue otro, ya sabe que esa cama se debe ocupar.
-Tal vez sea yo ¿verdad?
-¿Usted qué?
-Deberían llamarme “el parca”, todos los que vienen a mi lado se mueren.
-No, no creo que sea usted,digo ¿si sabe que un gran número de personas mueren cuando vienen al hospital, verdad?
(Suspiro)
-Déjeme sólo doctor. Hoy no me siento con ganas de hablar.
-Bueno, nos vemos mañana, que pase buenas noches.
-¿Hoy si regresa a su casa?
-Hoy si regreso a mi casa, don Concepción.
-Bien por usted, hasta mañana.
   
A la mañana siguiente la noticia que recibí, fue menos amarga de lo que esperaba.

-¿Qué es esto?

-Una nota, Don concepción la tenía en la mano ésta mañana, falleció en la madrugada.











Jacaranda Cafetera