domingo, 1 de marzo de 2015

Naima en distintas personas


NAIMA EN DISTINTAS PERSONAS


1: Naima en primera persona.
Los ojos me han sido amor-taja-dos, (tres líneas del veracruzano que todo aquél que le repugne el calor y las manos frías en octubre, puede comprender) no logro verla. Es la tercera ocasión que se repite naima y la segunda madrugada continua que paso en vela. Aprendí a escuchar a John Coltrane con los huesos gracias a la mujer que amo. Misma con la que comparto sol sin sombras, luna sin amantes, cafetera sin dormidos, lecturas sin diálogos, un reloj maldito que se cuela en mis nervios y esta leve lluvia que va acorde con los tragos. 

2: Naima en segunda persona.
A estas horas de la madrugada te imagino en la azotea, carboncillo en mano, libreta en las piernas y una luna que ilumina los trazos  que insistes en arrancarle. La lluvia cae saboteando tu misión de felina nocturna. Intento consolarte desde lejos.  Regresas a la habitación disponiéndote a hurgar todos los rincones deseando que mamá no haya vuelto a esconder tus cigarrillos. -¡Mierda!- Exclamas y maldices tu mala suerte sin saber que yo, desde lejos buscaba el encendedor para ti. U otra excusa para que me voltees a ver. Enciendes la radio y la primera estación que sintonizas sabes que es jazz,  desconoces el nombre de la canción y el músico pero te gusta, te recuerda a mí, intentas llorar pero el tiempo te ha secado las cuencas y ahí en ese momento, aprovechas la lluvia.  

3: Naima en tercera persona.
La madrugada se dispone a desfilar entre los callejones. Los badajos de los perros,  los ladridos de las campanas y una escueta lluvia acompañan su llegada. Sólo a esas horas el eco de los que duermen se aprecia con delicadeza. Existen otros que les encanta contaminarla: los que están por destapar la segunda botella y escuchar naima por primera vez y las mujeres que maúllan una canción no aprendida. Amantes antagónicos después de todo. 





HOMBRE DE CARBÓN