jueves, 25 de junio de 2015

Para contar II






Mortificaciones

Teresa, como todos los miércoles decidió visitar a su madre, sabía que le gustaba el aguardiente así que pasó por la tienda de la esquina a comprar una botella, su mamá se iba a poner contenta cuando la viera sacar el regalo de su bolsa.
Tocó el timbre y nadie atendió, tocó unas cinco veces seguidas hasta que su madre salió a abrirle por fin.
-¿Mamá qué pasó, porqué tardó tanto en salir?
-Estaba viendo la tele, hija, no te podía escuchar- Teresa notó que su madre no estaba tan feliz como de costumbre, a Doña María se le podía notar la preocupación en la cara y  en sus manos sobre todo, pues cuando se ponía así de preocupada tomaba el rosario y lo agitaba como si los milagros fueran a salir volando en el acto.
-¿Mamá qué tiene?
-Nada hija, nada, mira mejor ayúdame a terminar de doblar la ropa.
Mientras doblaban la ropa Doña María encendió la televisión, justo se estaba terminando la novela de las cinco de la tarde y estaba por comenzar el programa de Pati Chapoy, se quedaron mirándola, de repente escucharon que Don José había entrado por la puerta principal, antes de salir a recibir a su marido María puso en modo silencioso el televisor, Teresa se quedó aún más extrañada “no fue tan buena idea comprarle una televisión, se está volviendo loca”; la señora regresó después de darle de cenar a Don José y entonces Teresa salió a saludar a su padre, cuando Teresa regresó notó todavía más extrañada que su madre no volvió a poner de nuevo el volumen normal a la máquina, la dejó en silencio mientras la veía muy atenta.
-Mamá ¿Por qué no le sube el volumen?
-No hija, así está bien
-¿Pero como va a saber qué dicen si no tiene volumen?
-Es que tu papá me dice que calle a esa vieja chismosa, que le cae bien gorda, entonces pues nomás me quedo a ver las imágenes hija.
La muchacha mejor no dijo nada y fue por la botella de aguardiente que había estado guardando en su bolso
-Mire lo que le traje mamá- María dejó de agitar el rosario y peló los ojos al ver la botella de aguardiente que tenía su hija en la mano
-ay hija, gracias, no sabes cómo me hacía falta un traguito de eso- inmediatamente lo destapó y le dio un trago, Doña Mari era de esa señoras duras para el alcohol- es que me agarra una mortificación hija…- y le dio otro sorbo a la botella, Teresa muy calmada decidió quitarle la botella a su madre- es que esta muchacha, hija- en ese momento la antena de chisme se alertó en la cabeza de Teresa
-¡¿Cuál muchacha, mamá?!
- Pues esta que se le perdió el hijo, la habrías de ver, pobrecilla, qué infeliz es, ¡aay no!
-¿pero quién mamá, cómo se le perdió el hijo?
-Pues que se lo robó la que era ex de su marido ¡tú crees que haya gente tan mala, hija? – decía la señora casi con lágrimas en los ojos  -Luego después se dio cuenta de que su ma’ no es su ma’ y anda buscando como loca a la de verdad, pobre gente hija y eso que uno piensa que a las de dinero les va re bien, ah como sufre esa muchacha- mientras tanto Don José se paseaba por el pasillo buscando sus sandalias- Y le digo a José y me dice que pa’ que me apuro, hija, si no tiene corazón tu padre.- El señor sólo volteó los ojos con desaprobación
-Ya mamá, ya va a ver como se arregla la vida de esa gente, si tiene tanto dinero pues de algo le va a servir, al rato ya va a ver que va a encontrar a su hijo y a su madre y que la vieja que se lo robó va a dar al bote, usted no se preocupe mamá, ya tiene bastante de qué ocuparse como para que se ande distrayendo con problemas de otras familias.
-Sí verdad hija, pues ya haber mañana en la tarde cómo le va- este comentario se le hiso aún más extraño a Teresa, decidió llevarse la botella de aguardiente.
-Va a ver que se arreglará todo, ya no se preocupe. Pues yo ya me voy, me va a estar esperando mi marido para darle de cenar, mamá.
-Ándale, hija, me saludas a los niños
-Sí- Fue a despedirse de su papá –Ya me voy papá, miré acá están sus sandalias
-Ah gracias, hija, ándale que te vaya bien- le decía mientras se ponía las sandalias- Y no le hagas tanto caso a tu mamá
-¿cómo no le voy a hacer caso? Antes usted habría de hacerle más ¿qué no vio su mortificación?
- Hija, tu mamá lo que debe hacer es dejar de ver esas novelas.
No cabía la menor duda, la televisión fue un mal regalo





JACARANDA

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