Mortificaciones
Teresa, como todos los
miércoles decidió visitar a su madre, sabía que le gustaba el aguardiente así
que pasó por la tienda de la esquina a comprar una botella, su mamá se iba a
poner contenta cuando la viera sacar el regalo de su bolsa.
Tocó el timbre y nadie atendió,
tocó unas cinco veces seguidas hasta que su madre salió a abrirle por fin.
-¿Mamá qué pasó, porqué
tardó tanto en salir?
-Estaba viendo la tele,
hija, no te podía escuchar- Teresa notó que su madre no estaba tan feliz como
de costumbre, a Doña María se le podía notar la preocupación en la cara y en sus manos sobre todo, pues cuando se ponía
así de preocupada tomaba el rosario y lo agitaba como si los milagros fueran a
salir volando en el acto.
-¿Mamá qué tiene?
-Nada hija, nada, mira
mejor ayúdame a terminar de doblar la ropa.
Mientras doblaban la ropa
Doña María encendió la televisión, justo se estaba terminando la novela de las
cinco de la tarde y estaba por comenzar el programa de Pati Chapoy, se quedaron
mirándola, de repente escucharon que Don José había entrado por la puerta
principal, antes de salir a recibir a su marido María puso en modo silencioso
el televisor, Teresa se quedó aún más extrañada “no fue tan buena idea
comprarle una televisión, se está volviendo loca”; la señora regresó después de
darle de cenar a Don José y entonces Teresa salió a saludar a su padre, cuando
Teresa regresó notó todavía más extrañada que su madre no volvió a poner de
nuevo el volumen normal a la máquina, la dejó en silencio mientras la veía muy
atenta.
-Mamá ¿Por qué no le sube
el volumen?
-No hija, así está bien
-¿Pero como va a saber qué
dicen si no tiene volumen?
-Es que tu papá me dice
que calle a esa vieja chismosa, que le cae bien gorda, entonces pues nomás me
quedo a ver las imágenes hija.
La muchacha mejor no dijo
nada y fue por la botella de aguardiente que había estado guardando en su bolso
-Mire lo que le traje
mamá- María dejó de agitar el rosario y peló los ojos al ver la botella de
aguardiente que tenía su hija en la mano
-ay hija, gracias, no
sabes cómo me hacía falta un traguito de eso- inmediatamente lo destapó y le
dio un trago, Doña Mari era de esa señoras duras para el alcohol- es que me
agarra una mortificación hija…- y le dio otro sorbo a la botella, Teresa muy
calmada decidió quitarle la botella a su madre- es que esta muchacha, hija- en
ese momento la antena de chisme se alertó en la cabeza de Teresa
-¡¿Cuál muchacha, mamá?!
- Pues esta que se le
perdió el hijo, la habrías de ver, pobrecilla, qué infeliz es, ¡aay no!
-¿pero quién mamá, cómo se
le perdió el hijo?
-Pues que se lo robó la
que era ex de su marido ¡tú crees que haya gente tan mala, hija? – decía la
señora casi con lágrimas en los ojos -Luego
después se dio cuenta de que su ma’ no es su ma’ y anda buscando como loca a la
de verdad, pobre gente hija y eso que uno piensa que a las de dinero les va re bien,
ah como sufre esa muchacha- mientras tanto Don José se paseaba por el pasillo
buscando sus sandalias- Y le digo a José y me dice que pa’ que me apuro, hija,
si no tiene corazón tu padre.- El señor sólo volteó los ojos con desaprobación
-Ya mamá, ya va a ver como
se arregla la vida de esa gente, si tiene tanto dinero pues de algo le va a
servir, al rato ya va a ver que va a encontrar a su hijo y a su madre y que la
vieja que se lo robó va a dar al bote, usted no se preocupe mamá, ya tiene bastante
de qué ocuparse como para que se ande distrayendo con problemas de otras
familias.
-Sí verdad hija, pues ya
haber mañana en la tarde cómo le va- este comentario se le hiso aún más extraño
a Teresa, decidió llevarse la botella de aguardiente.
-Va a ver que se arreglará
todo, ya no se preocupe. Pues yo ya me voy, me va a estar esperando mi marido
para darle de cenar, mamá.
-Ándale, hija, me saludas
a los niños
-Sí- Fue a despedirse de
su papá –Ya me voy papá, miré acá están sus sandalias
-Ah gracias, hija, ándale
que te vaya bien- le decía mientras se ponía las sandalias- Y no le hagas tanto
caso a tu mamá
-¿cómo no le voy a hacer
caso? Antes usted habría de hacerle más ¿qué no vio su mortificación?
- Hija, tu mamá lo que
debe hacer es dejar de ver esas novelas.
No cabía la menor duda, la
televisión fue un mal regalo
JACARANDA |
No hay comentarios:
Publicar un comentario