viernes, 30 de mayo de 2014

SOLILOQUIOS DE UN VIEJO CACÓFONO


BLOG
Repudié la literatura en línea; escribir ya sin cortejo al papel cuché, que decepción. Además de observar embelesado el humo del tabaco contraluz, me gusta eso de rasgar la hoja hasta sangrarla con la punta de mi lápiz o bien, de ensayarle a la muerte lenta, escribiendo. 
     Ya no se trata de la idiosincrasia mísera  que tengo de convertir todo en letra, sino de la forma de hacerlo. Mis dedos largos nacieron para ser pareja de baile de un bolígrafo-y para acariciar tu cabello, claro.- Ahora la actualidad me ofrece una danza moderna a la que he de someterme: saltar, saltar y saltar sobre las teclas, sobre todo zapatear un son huasteco   encima del backspace,  pues es notorio que los pasos de mi pulgar hasta el meñique son torpes y no expresan nada, al contrario se mueven por puritita inercia. Como yo, en algunas ocasiones.  Y aquí estoy sin embargo, haciendo piruetas cual malabarista principiante sobre las cuerdas de una esssee silenciosa pero que sssusssurra letanías de una noche no muy fría. 
-¿por qué te gustan tanto las letras?- 
-porque son como las nubes. Por ejemplo puedes hacer una “s” polimorfa hasta el cansancio-
     Una vez lo preguntaste -aún lo recuerdo,- mientras estábamos tirados en el césped y te insistí, en leer algunos párrafos de un cuento al revés y preguntarte que imaginabas con todas esas nubes de grafito ahí volando, lloviendo imágenes, metáforas, pleonasmos, etc. Te pareció tan absurdo pero de igual forma lo hiciste. Te mostré mi cuaderno azul, lleno hasta el copete de una caligrafía no muy comprensible; como yo en algunas ocasiones y me aconsejaste que publicara todo mi debraye en un blog y te contesté de igual forma, que comencé a escribir este primer relato. 
     Después de lo nuestro vives más en una computadora, sobre todo en la mía. Pa´ que negarlo, si cuando mis dedos se traban en esa danza nada armónica y a veces un tanto jazzera, veo tus fotos como el que mira la tarde escuchando moanin´  de Charles Mingus. Sosteniendo un cigarrillo para luego regalarle mis ojos. 
Ahora veme aquí, haciendo lo que un día odié  por el puro placer que me causa el  imaginarme la mueca que te brotaría en el rostro si lo llegas a leer. 
…claro, y las formas que le moldearías a mis letras-nubes.



Hombre de Carbón.

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